Una de las cosas que más me gusta visitar cuando viajo son los rastros o mercadillos. En Lisboa no queríamos perdernos la Feira da Ladra tan famosa, donde antiguamente se dice que se comerciaba con objetos robados (de ahí su nombre).
Me recordó muchísimo al Portobello Market de Londres, donde te puedes encontrar juguetes, vinilos, casettes de música, camáras analógicas, fotografías antiguas, sellos... me resulta tan acogedor... además no es un rastro tan agobiante como el de Madrid, no es tan grande y se puede andar tranquilo sin agobios.
Al terminar de ver el mercadillo era la hora de comer y justo bajando por una de las calles encontramos un bar donde ofrecian un menu a elegir entre un montón de opciones, con postre y café incluido por tan sólo 5€, nos parecía algo practicamente imposible y para nuestra sorpresa fue real y lo más bueno que habíamos probado en nuestra estancia. Es una pena que no recuerde el nombre del bar pero según bajas del mercadillo por el panteón a mano derecha está en una cuesta bastante empinada, si tenéis oportunidad de ir aprovechar, merece mucho la pena!
Y para finalizar el día un poquito de street art por la zona :)
Pronto os traeré la última entrada sobre Lisboa, hasta pronto!
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